Últimamente me he cuestionado si yo era parte de las mujeres que buscan sexo y dejan en segundo plano los sentimientos. Para mi sorpresa, logré contestar aquella pregunta y conectarme con mis verdaderos deseos, hace muy poco tiempo.
Aquí les cuento la historia sobre cómo llegué a encontrar un equilibrio en mi vida sexual.
Eran las 3 de la tarde del día siguiente a la celebración de mi cumpleaños. Me levanté con dolor de cabeza y cansancio de la noche anterior. Había tomado bastante y duré gran parte de la noche teniendo sexo salvaje en mi habitación.
El protagonista de mi noche de pasión era el hermano de una amiga que había conocido hace tan solo unas semanas.
Lina, era una chica que había nacido en la isla donde yo acababa de mudarme, nos conocimos por casualidad una vez que ella estaba en la playa bailando y yo iba paseando a mi perro.
Al principio ella no llamó mi atención, pero, en su parlante una canción de mi infancia empezó a sonar, una que hace muchos años yo no escuchaba.
Traté de utilizar shazam para guardar el nombre, pero en mal momento me di cuenta que quedaba muy poca batería y ante un par de intentos fallidos, la pantalla de mi celular se apagó.
Así que decidí acercarme a preguntarle el nombre del clásico que me había transportado a mi niñez; ella era una chica muy gentil, nos llevamos bien desde el primer instante.
Una Amistad Muy Cercana y Un Hermano Muy Guapo.
Desde ese día Lina y yo nos volvimos inseparables, me la pasaba haciendo visita en su casa, me presentó a sus amigos, me mostró lugares recónditos de la isla y fuimos a bailar un par de veces.
Un día, cuando estábamos tomando una cerveza, hablando del amor y viendo el atardecer, me comentó que su hermano menor llegaba a la isla esa semana y que debería conocerlo pues ella creía que éramos muy afines.
¿Muy afines?
¡No solo éramos muy afines, ese hombre era divino! No imaginan mi cara de sorpresa cuando la semana siguiente, mientras yo tomaba un café en casa de Lina, él entró por la puerta.
Su nombre era Luis, tenía 30 años, era alto, de pelo castaño, ojos claros, tenía unos labios carnosos, un abdomen marcado y un culo bien parado. Le encantaba el arte y la literatura como a mi, oíamos música muy similar, teníamos proyectos de vida muy parecidos.
Honestamente, aparte de que estaba extremadamente guapo, yo efectivamente sentía cierta afinidad, me podía imaginar cómo sería una relación con él, lo fácil que sería llevar proyectos a cabo juntos, a dónde podríamos viajar, etc.
No pasó mucho tiempo desde que nos conocimos, hasta el día en que terminamos besándonos en una playa, bajo la luz de la luna.
Todo Empezó Bajo La Luz de La Luna.
Una noche después de una pequeña reunión en casa de Lina, él se ofreció a acompañarme a mi casa y en el camino decidimos hacer una parada en la playa para apreciar las estrellas y disfrutar del sonido del mar.
Nos sentamos, miramos al cielo y de repente, como si una oleada de calor intenso se hubiera apoderado de nosotros, nos abalanzamos a darnos besos apasionados.
Sin pudor alguno nos tocamos todo el cuerpo. Él inició frotando y haciendo presión sobre mi pantalón, poco a poco la intensidad de sus movimientos fue subiendo y yo abruptamente toqué su entrepierna.
Disfruté bastante sentir el tamaño y grosor de su verga, mi corazón latió a mil por segundo, era muy excitante sentir lo dura que estaba, y notar que su pantalón poco a poco se mojaba.
Sexo en La Playa
A pesar de que era muy tarde en la noche, la posibilidad de que alguien pasara y nos viera era muy alta. Así que, aunque me hubiera gustado tener sexo en la playa, ese día solo hubo unas cuantas caricias apasionadas.
Mi cumpleaños era una semana después de ese primer encuentro y yo esperaba que tras tomar algunos tragos y bailar un poco, pudiéramos tener un momento a solas para darle rienda suelta a nuestra pasión.
El día de mi cumpleaños Lina me hizo una reunión sorpresa en su casa, tomamos vino, comimos y cuando llegó la medianoche, solo quedamos Luis y yo.
La cantidad de vino que tomamos llevó a que Lina y su esposo no aguantaran las ganas, y de un momento a otro se fueran de la sala, entraran al cuarto e hicieran rechinar la cama de tanto sexo.
No sé si fue el sonido de la cama que no paraba, los gemidos en el cuarto contiguo o que Luis y yo teníamos una noche de sexo pendiente, el caso fue que salimos de la casa de Lina rumbo a la mía, y en la misma playa donde todo empezó, dejamos correr libre la pasión.
Tener sexo en la playa está altamente prohibido y penalizado, así que la adrenalina de saber que alguien podría llegar hacia más intenso el encuentro.
Duramos un buen rato dándonos besos y frotando nuestras entrepiernas. Luego de manera muy sutil Luis abrió mi pantalón y dejó bajar sus dedos hacia mi vagina. Mi lubricación era abundante, estaba lista para que jugara con sus dedos y así lo hizo.
Después de que 1, 2 y 3 dedos entraron sin problema dentro de mí, Luis empezó a lamer mi pecho, mi ombligo y finalmente mi sexo; Poco a poco empezó acercar su verga, la pasó lentamente por mi clítoris, y suavemente me penetró.
Lo Nuestro Era Sexo Amateur En La Playa
Mis rodillas se estaban raspando debido a la fricción sobre la arena y el cuerpo entero me picaba. Después de un rato nuestros besos estaban salados y llenos de arena. Así que paré de moverme encima de él, y le pedí que siguiéramos en mi casa.
Aunque la escena de tener sexo en frente del mar, con las estrellas encima era majestuosa, también era incomoda y después de un rato me cansó.
Cuando llegamos a mi casa tomamos una ducha juntos, y ahí empezó la verdadera diversión.
Él me alzó contra la pared y me penetró bajo el agua caliente. El frío de la pared contrastaba perfectamente con la temperatura del agua; la posición en la que me tenía alzada, le permitía acercarme desde el culo y llegar hasta muy adentro de mi.
El sexo fue bueno, apasionado, por momentos salvaje, por momentos lento. Duramos un buen rato teniendo sexo, luego ambos nos corrimos, nos duchamos y salimos.
Cuando salimos de la ducha fui a mi cuarto, me alisté para dormir, y vaya sorpresa me llevé, cuando al salir, me di cuenta que Luis ya no estaba en mi casa.
Sí ¡Se fue, así no más, ni siquiera se despidió!
¿Soy De Las Mujeres Que Buscan Sexo, o También un Poco de Cariño?
No lo voy a negar, cuando descubrí que había huido de mi casa sin despedirse me sentí falta. Luego de dar varias vueltas en mi cama y cuestionarme el por qué de su manera de actuar logré dormirme.
Al despertar, eran las 3 de la tarde del día siguiente a la celebración de mi cumpleaños, me levanté con dolor de cabeza, cansancio de la noche anterior y un sentimiento de malestar por el encuentro sexual con Luis.
Luego de pasar toda la tarde triste y pensativa, me miré al espejo y decidí afrontar el por qué de mi pesadez.
¿Era su actitud lo que me había hecho sentir mal? A fin de cuentas él y yo jamás hablamos de una relación, nunca tuvimos momentos tiernos, ni nos expresamos cariño; entre nosotros solamente hubo atracción sexual y ratos de calentura.
¡Momento! No crean que excusé su mala educación, al menos debió haber dicho adiós, como cualquier otro mortal que deja la casa de alguien. Pero, lo cierto es que mi pesadez no era solo por su actitud; Lo que realmente me estaba haciendo daño, era mi falta de claridad para conmigo misma.
Una Pausa Para Conocerme
¿Soy de las mujeres que buscan sexo sin ataduras emocionales? ¿Quiero solamente sexo, o también quiero que hayan momentos de cariño? ¿Le comunico a mis parejas sexuales lo que quiero, o solo asumo que ellos lo saben?
Esa tarde marcó el principio de una nueva etapa de mi vida y no porque haya cumplido un año más, sino porque por primera vez en mucho tiempo, me di a la tarea de hablar conmigo misma de manera sincera.
Así fue como entendí, que aunque mi atracción mas evidente por Luis era de tipo físico y sexual, una parte de mi había imaginado que nuestras afinidades podrían convertirse en algo más allá que una noche de pasión.
El problema y lo que me hacía sentir así de triste, fue que yo no me comuniqué, jamás hablé con él, ni le pregunté qué quería.
Junté el sexo, con mis expectativas sin saber cómo se sentía él. Por eso, cuando él desapareció, mis expectativas se vinieron al piso y me hicieron sufrir.
Aún estoy conociéndome y no puedo decir que soy un tipo u otro de mujer, quizá ni siquiera haya manera de definirnos, ¿Quién se inventó las clasificaciones?
A veces hago parte del grupo de mujeres que buscan sexo y dejan de lado otros aspectos, a veces soy una romántica empedernida que quiere romance y conectar a nivel espiritual.
Por momentos quiero sexo, luego acurrucarme en la cama junto a un hombre y después cada cual por su camino.
A veces quiero sexo conmigo misma, sola en mi cuarto; Ocasionalmente quiero sexo de una sola noche con un desconocido.
A veces lo quiero todo y a veces no quiero nada, y en definitiva no importa, no hay una manera de hacer bien o mal las cosas.
No hay clasificación que valga para explicar en detalle a una mujer, somos cambiantes, variamos en emociones, pensamientos y deseos. Al fin y al cabo somos humanas.
Pero, aunque no vale la pena encasillarme, descubrí que sí es muy importante identificar qué es lo que quiero, antes de pasar a la acción.
Aprendí que debo darme el tiempo para preguntarme qué es lo que realmente deseo, y luego de identificarlo, debo comunicarlo para poder saber en qué situación me encuentro.
No puedo solamente dejarme llevar y luego sufrir porque el momento no cumplía mis expectativas. Puede ser solo sexo, puede ser amor, pueden ser ambas o ninguna de las dos, pero siempre y sin lugar a la excepción, debe ser mi yo consciente e informado, el que toma la decisión.
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