Si creías que solamente con vacunarte contra la COVID-19 hacer de vez en cuando una “détox” y tener sesiones regulares de ejercicio y meditación estás más saludable que nunca, lamentamos decirte que no.
Según la Organización Mundial de la Salud, la salud “es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” . Y en la palabra “completo” sin duda podemos ver contemplada la parte sexual, ¿cierto?
No obstante, es bastante común que algunas personas dejen fuera de la “ecuación” del autocuidado la salud sexual y esta parte de las “afecciones” o “enfermedades”, no tanto por no reconocer su importancia sino por una serie de temores derivados de prejuicios, sentimientos de vergüenza o culpa que solo nos alejan de la salud, alimentan el estigma y , precisamente, reflejan cuánto falta hace una educación sexual integral con un enfoque positivo en relación a la sexualidad y su disfrute.
Qué bonito sería poder decir “médico, tengo molestias en el ano y los testículos” con la misma facilidad con la que decimos “doctora, me duele la garganta y he tenido mucha tos, ¿me puede hacer un chequeo?”.
Hablemos entonces sobre la importancia de realizarse pruebas de detección oportuna para infecciones de transmisión sexual (I.T.S.).
¿Por qué es importante hacerlas?
Básicamente, porque es parte fundamental del cuidado integral de tu salud. Porque es una manera de amarte, de conocer cómo se encuentra tu cuerpo en este aspecto y cómo puedes preservar un estado de bienestar, sea continuando con tus cuidados habituales o, si corresponde, mediante algún tratamiento o atención específica. Sin duda esto puede suponer un esfuerzo grande y armarte de valor. No obstante, el recordar que es un gran acto de amor propio, que te permitirá saber cómo estás, cómo puedes cultivar tu salud y seguir disfrutando de tu cuerpo, tu vida, tus prácticas sexuales y tus relaciones, seguro puede ayudarte a dar el paso.
¿Quiénes necesitan hacerse pruebas de detección de ITS?
El estigma y la desinformación mantienen vigente la creencia de que estos estudios clínicos son para “ciertas personas” o “poblaciones vulnerables”. Si bien es cierto que hay personas que, por distintas razones, pueden verse con mayor frecuencia expuestas a infecciones de transmisión sexual, la realidad es que cualquiera puede estar expuesta a adquirirlas y/o transmitirlas.
Si partimos de la idea de que cualquier persona que haya tenido alguna práctica sexual desprotegida o estado en contacto con los fluidos corporales sexuales (semen, lubricación vaginal, sangre) de alguien más requeriría un chequeo para detectar infecciones de transmisión sexual, podemos confirmar que muchas personas —adolescentes, jóvenes, adultas, adultas mayores; sin importar sexo, identidad de género ni orientación sexual— deberíamos incluir en nuestro “kit” de cuidados de la salud una batería de pruebas de I.T.S., ¿cierto?
¿Cuándo hacerse estas pruebas?
Los escenarios ideales o recomendables para la realización de un “chequeo” para la detección oportuna de infecciones de transmisión sexual son los siguientes:
- Revisión periódica o “check-up” de rutina: así como puedes programarte una limpieza dental, desparasitarte, hacerte estudios clínicos generales (de sangre y orina, por ejemplo) o hasta planear tu “détox” anual, puedes incluir cada 3 a 6 meses, o por lo menos una vez al año, la realización de pruebas rápidas para la detección de I.T.S., esto sin que necesariamente te hayas visto en alguna situación de exposición.
- Frente a alguna práctica desprotegida: ante situaciones en las cuales hubo una relación sexual desprotegida (forzada o consensuada, pero desprotegida al fin), es fundamental proceder de la mejor manera para ti y tu salud. Un primer paso, por ejemplo, si ocurrió alguna situación de violencia sexual, es acudir al servicio de salud más inmediato para recibir atención médica de emergencia (y si se desea, psicológica también), que incluya una profilaxis post-exposición a VIH (conocida como PEP) y, de requerirse, algún anticonceptivo de emergencia. Para las demás infecciones es recomendable consultar el tipo de pruebas a las que se tiene acceso y, en función de ello, averiguar cuál es el tiempo que debe dejarse pasar (período de ventana) para que las pruebas puedan ofrecer resultados confiables.
Ya tomé la decisión, ¿cuáles son los pasos a seguir?
Se trate de un “chequeo de rutina” o de una consulta especial por circunstancias que la ameritan, estos son los pasos que te recomendamos seguir en pro de tu salud sexual:
- Tomada la decisión, ponla en acción: desde investigar sobre las pruebas o sobre los lugares a los que puedes acudir, hasta pedirle a alguien que te apoye, contenga o acompañe, no dejes que la decisión “se enfríe” y mantén firme tu mirada en el objetivo, que es atender el cuidado de tu cuerpo y tu salud integral.
- Infórmate sobre a dónde puedes acudir: hay servicios de salud públicos, así como organizaciones de la sociedad civil, que ofrecen pruebas gratuitas; también hay espacios privados, como laboratorios o centros de detección, que muchas veces ofrecen paquetes a costos accesibles y un excelente servicio de acompañamiento y consejería para hacer más amena la experiencia.
- Saca tu cita o pide más informes si los necesitas.
- Acude a la consulta: no hay pretextos, es tan importante como una reunión de trabajo o una cita romántica con el amor de tu vida. Un encuentro con tu salud es igual o más importante que cualquier otro encuentro.
- Aprovecha el espacio: ya ahí, ¡sácale todo el jugo a la experiencia! No tengas reparos para preguntar todo lo que necesites saber sobre salud sexual, infecciones, cómo protegerte, etc. Las y los profesionales que brindan estos servicios cuentan con entrenamiento y formación suficientes para brindarte la información que necesites para el cuidado de tu salud sexual.
- Pon tu dedito y piensa en algo bonito: sí, la gran mayoría de las pruebas rápidas de detección oportuna requieren de un pequeño piquete en algún dedo de la mano para obtener unas gotitas de sangre con las cuales las pruebas puedan interactuar químicamente y ofrecernos los resultados pertinentes. Trata de pensar que se trata de un instante posiblemente incómodo o doloroso, pero que se pone al servicio de un bien mucho mayor: tu salud.
- Revisa y conoce tus resultados: una vez superado el piquete en el dedo, pasados unos minutos o en algunos casos un poco más de tiempo, se te deben entregar los resultados que las pruebas realizadas arrojaron. Es importante que los revises, que confirmes que aparecen correctamente tus datos personales y las pruebas practicadas, y que se reflejen sus resultados Ante cualquier duda al respecto, recuerda que es tu derecho solicitar una explicación con más detalle.
- Regresa en un período de 3 a 6 meses, o al menos una vez al año: incorpora esta práctica a tu “rutina” de salud integral, así como a tu espacio de autocuidado y amor propio.
Recuerda: no hay salud sin salud sexual.
Referencias:
https://www.who.int/es/about/governance/constitution