Por Verónica Maza Bustamante
Otoño de 2021. La humanidad, en su mayoría, está instalada en la era digital, coronada por la pandemia del COVID-19. El encierro, la realidad transmutada, la separación entre personas, los nuevos hábitos han modificado todas las esferas de la vida, incluyendo las vastas dimensiones de la sexualidad.
Si bien la tecnología nos ha dado ya diversas experiencias relacionadas con el placer, las identidades sexuales, la industria del entretenimiento para adultos y las relaciones de pareja, pronto iremos más lejos, cuando la inteligencia artificial (IA) se desarrolle ampliamente y podamos usarla en la vida cotidiana.
La inteligencia artificial es la base a partir de la cual se imitan los procesos de inteligencia humana mediante la creación y la aplicación de algoritmos creados en un entorno dinámico de computación. Dicho de otra manera, la principal misión de las máquinas o sistemas con IA es pensar y actuar como los humanos, explorando las emociones y no simplemente los algoritmos.
La era digisexual
En el portal de WGSN, empresa líder en tendencias de consumo y diseño, hay un artículo titulado “10 tendencias clave para 2021 y en adelante”. La directriz número cinco es la “digisexualidad”, nombre con el que se comienzan a ubicar las acciones y opciones relacionadas con la sexualidad en el ámbito digital. Las personas consideradas digisexuales aprovechan la tecnología inmersiva, como la realidad virtual (RV), la IA y la robótica para explorar nuevos campos del amor, la erótica, el entretenimiento y más.
De entre las opciones que comienzan a darse a conocer en este ámbito, las que más curiosidad han generado son las robots sexuales. Empresas como RealDoll ha llegado a niveles complejos al desarrollar a sus muñecas, siendo Harmony la primera con IA. Su cabeza tiene una suerte de cerebro artificial que, tras una programación personalizada, puede entender y responder preguntas, así como expresar emociones. Mediante una app conectada con su sistema central, también se programan aspectos de su personalidad, incluyendo gustos eróticos, la forma en que reacciona a cada práctica, sus frases de excitación y la manera en que expresa un supuesto orgasmo (relacionado todo con el deseo de la o el usuario). Su precio es de ocho mil dólares.
Entre las ventajas que se anuncian por su uso se encuentran la disponibilidad para cualquier forma del encuentro erótico, que ella no se embaraza, no reclama ni tiene una personalidad única. Esto se vuelve algo complejo si pensamos que la comunicación erótica interpersonal se debería basar en los deseos, gustos e intenciones de los dos; los robots sexuales podrían generar una nueva forma de ver el sexo, más individualista y sin las responsabilidades que la sexualidad compartida conlleva.
En Estados Unidos existe ya una ley conocida como CREEPER Act o Curbing Realistic Explotative Electronic Pedophilic Robots Act, que se anunció y aprobó en 2017, con el objetivo de tener normas relacionadas con el uso de robots sexuales con aspecto de menores de edad. Se cree que para el 2050, el mercado de estas muñecas y otros productos para el placer crecerá tres veces más, cuando menos.
Sextech a la alza
Los juguetes sexuales también han sufrido una transformación importante en la última década: ahora tienen diseños ergonómicos para estimular diversos puntos de placer, son de materiales amigables y ahora se pueden conectar a los teléfonos celulares para tener una experiencia virtual, ya sea con la pareja o en solitario. Pronto se comercializarán los trajes hápticos, que permitirán sentir todo tipo de impulsos eróticos en cualquier zona erógena del cuerpo.
Las apps permitirán que a distancia se reproduzcan en el cerebro las sensaciones y emociones que se generan por la exploración de los sentidos; será interesante su uso en redes sociales, en donde los likes, con sus pulgares arriba, podrían ser sustituidos por todo tipo de experiencias sexuales virtuales.
Patricia López, especialista en bienestar sexual masculino y CEO de la empresa Myhixel, es optimista al señalar que “el futuro del sector sextech va ligado a inteligencia artificial, pero también a la big data. Ambas tecnologías se utilizarán para predecir comportamientos, gustos o patrones no solo para obtener más placer, sino para garantizarnos prácticas sexuales más saludables y de más calidad, a través de dispositivos como acelerómetros, que ya estamos desarrollando”.
La RV está avanzando en los videojuegos. En el Congreso Latinoamericano de Sexología y Educación Sexual (CLASES) 2021 se presentaron algunos de ellos, para multijugadores o uso con bots, en los que es posible diseñar el avatar y tener una relación sexual con diversas posibilidades.
El informe Future of Sex predice, asimismo, la evolución de un tipo de software que, con la ayuda de unos audífonos neuronales, serán capaces de emparejarnos con personas con patrones cerebrales coincidentes, e incluso ya se habla del Sexnet of Things, en el que todo estará conectado, incluso nuestra forma de vincularnos afectiva y sexualmente. Creen que para el 2022 se volverán populares las primeras citas en formato virtual y para 2024 se podrá disfrutar del gozo sensorial en mundos virtuales muy diferentes al cotidiano.
Por otro lado, Naciones Unidas organizó hace unos días un foro para alentar a los cuerpos de seguridad de todos los países adscritos a implementar y desarrollar el uso de IA para combatir la explotación sexual infantil en internet.
Los claroscuros del futuro digisexual se están viendo. Muy pronto, y casi sin darnos cuenta, estaremos mirando con deseo a un robot o a unas manos invisibles que nos acarician siguiendo órdenes de una mente artificial programada solo para el placer.
Referencias: