Adolescentes que viven con discapacidad, viviendo su sexualidad

Adolescentes que viven con discapacidad, viviendo su sexualidad

Uno de los principales retos con ella fue la comunicación, no hablaba, pero sus ojos eran tan expresivos, que solo fue cuestión de tiempo para que lográramos conectarnos, a esto le sumamos una idea rudimentaria que me permitía obtener respuestas limitadas a un si o un no. 
En una de tantas sesiones, le preguntamos con ayuda de tarjetas con dibujos (pictogramas), si era niña, adolescente, adulta o anciana, sus ojos inmediatamente se dirigieron a la tarjeta que representaba a la niña, a pesar de su edad. Las sesiones que siguieron las destinamos a hablar acerca de las características de la adolescencia, jamás olvidaré el brillo en sus ojos al identificarse con todo lo que le mencionábamos. Cuando repetimos la pregunta “¿eres niña, adolescente, adulta o anciana?” su respuesta fue inmediata: “adolescente”. 

Usamos la misma técnica para explicarle lo que se siente cuando “te gusta un chico”, de nueva cuenta, no fueron necesarias las palabras para explicar todo lo que sus ojos expresaban. Hacerle saber a sus padres que a su hija con discapacidad le gustaba un chico del mismo centro fue una experiencia totalmente nueva pero muy gratificante para mí; lo decepcionante fue reconocer que todos los temas relacionados a educación sexual quedaban de lado en la intervención. 

¿Acaso nadie se percataba de que esas niñas estaban creciendo? ¿Qué estábamos haciendo para asegurarles una adolescencia y una vida adulta plena?

Vamos por la vida con unas gafas que no nos permiten ver más allá de la discapacidad, nos negamos la oportunidad de conocer y conectar con la persona, tanto que hemos llegado a creer que esa persona, por su condición de vida, jamás experimentará los deseos y necesidades que vivimos las personas sin discapacidad, así les negamos la oportunidad de (re)conocerse, de vivirse y de saberse personas sujetas de derechos.

Dentro de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPCD) {1}  existen algunos artículos específicos que nos hablan de temas de sexualidad, como el artículo 16 que hace referencia a la protección contra la explotación, la violencia y el abuso; la relevancia de este artículo no es la mención de la protección que deben recibir las personas con discapacidad sino que considera indispensable el brindarles información para que puedan prevenir, reconocer y denunciar cualquier tipo de violencia en materia sexual

Otro artículo importante es el 23 que nos habla del respeto del hogar y la familia; este artículo hace reconocimiento a la decisión de contraer matrimonio, el número de hijos que se desea tener, el espacio de tiempo entre ellos y el derecho a mantener la fertilidad. El simple hecho de qué derechos tan básicos como éstos tengan que mencionarse dentro de la convención nos permite darnos cuenta de cuán vulnerados están los derechos de las personas con discapacidad y de que a pesar de que en el contexto histórico actual estamos buscando una perspectiva de Derechos Humanos aún persisten prácticas segregatorias y discriminatorias, como el considerar a las mujeres con discapacidad como seres asexuales que no tienen la capacidad para tomar decisiones respecto a su sexualidad y reproductividad.

Largo camino por delante en materia de educación sexual integral para las personas que viven con discapacidad

Es importante mencionar que la educación sexual integral y la salud sexual y reproductiva en México están lejos del alcance de las mujeres con discapacidad y que lo poco que se hace al respecto está dirigido a prevenir que tengan hijos y/o que disfruten plenamente su vida sexual. Estos temas no se hablan, muy pocos padres de familia le dan la importancia necesaria a la educación sexual integral de sus hijos con discapacidad; la gran mayoría se “conforma” con prevenir o evitar que sus hijos lleven a cabo conductas que puedan ser incómodas como lo sería el masturbarse en público.       

“¿Sabes?, yo tenía su edad cuando tuve mi primer novio, pero jamás me pasó por la cabeza que tuviera que preocuparme por estas cosas con ella”, fueron las palabras de su mamá y con ello comprendí que no siempre es fácil empatizar con quienes viven con discapacidad, pero tampoco es imposible

Tenemos una deuda con las niñas, adolescentes y mujeres con discapacidad; que no se va a saldar generando eventos bonitos cada fecha especial, eventos infantilizados porque nuestra idea de lo que es la discapacidad nos hace creer que sus gustos serán siempre infantiles; es necesario el aprender a verles como seres sexuales con gustos y deseos propios, es necesario poner a su disposición toda la información en medios que sean adecuados para ellas. Es fundamental generar espacios para escucharlas y aprender a respetar sus decisiones para que los ojos de más niñas, adolescentes y mujeres brillen al saberse escuchadas, reconocidas y respetadas sin importar su condición de vida.

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Bio de la persona autora: Mirelle Rosales. Psicóloga feminista. Doula de aborto. Comparte la vida con tres perros mimados.